A veces no nos damos cuenta de la trascendencia que pueden tener las acciones simples e incluso ingenuas en el colectivo visual o cultural de nuestro entorno.
Tuve un jefe en una agencia en la que trabajé que decía que el ser publicista era un “oficio”. Aunque siempre me molestó el comentario –debido a que yo era el único publicista de formación en esa agencia- entiendo lo que realmente trató de decir, y es que en todas las ramas laborales siempre te encuentras con personas muy preparadas en la teoría y con una experiencia casi nula y te encuentras también el caso exactamente opuesto.
He tenido a mi cargo a extraordinarios diseñadores que tienen un gran lenguaje y formación profesional pero que les falta desarrollar “el ojo” o que siempre necesitan un empujoncito para tener “punch” o simplemente no le pueden dar “twist” a una idea…
Así es, así de extraño suena un director creativo o un director de arte, y es que todo esto es tan subjetivo, que a veces lo que es bueno para unos, es malo para otros y muchas veces lo único que realmente cuenta es la experiencia que se ha obtenido con el cliente y con la marca…
Y así me vino a la mente un caso súper claro sobre lo que estoy diciendo.
En la época en la que la lucha libre era estelarizada por figuras como el Santo, Blue Demon, El rayo de Jalisco y esas leyendas del cuadrilátero, la forma de dar publicidad a las luchas era a través de carteles realizados con la misma técnica que utilizaba Gutemberg, con Flexografía, Xilografía o grabado en madera y tipos separados.
Así lo que en diseño se considera una aberración, en el uso común y popular del cartel de la lucha libre se volvió la norma “ no dejes espacios para que llame la atención”.
La imprenta de mayor tradición en la impresión de carteles de lucha en México, , la Imprenta PAYOL, pertenecía al señor Juan Muñoz. Como es bien sabido, en los negocios familiares todos le entran a trabajar, fue así como su hija, ahora conocida en el medio como “la señora Payol” fue la encargada de crear una tipografía única para su imprenta….
Ella sin saber cómo realizar esta tarea, tomó una navaja y empezó a cortar bordes, dar curvaturas y modificar una antigua tipografía que había en la imprenta, así sin guías, sin simetría y solo con voluntad creó una tipografía inconfundible, que se volvió leyenda y que ahora incluso, se ha convertido en una tipografía digital, (trabajo de Quique Ollervides) que muchos diseñadores amantes de lo kitsch, no pueden dejar de tener.
Se llama “LUCHITA PAYOL” y les dejo su liga gratuita de descarga, para que se diviertan haciendo carteles.
